sábado, 11 de junio de 2016

crenoterapia

Definir y clasificar el agua es algo difícil y tan cambiante como la forma que adopta el agua misma, dependiendo del recipiente que la contiene. La clasificación del agua va a depender mucho de varias circunstancias: de las propiedades físicas aportadas por el medio que le rodea (como la temperatura), las sales que hay disueltas en ella o la cantidad de agua (caudal). Asimismo, cualquier punto de vista con que examinemos el agua dará pautas para proyectar una actividad terapéutica; es por ello que el agua se puede considerar globalmente como medicinal. 

   


El agua sigue siendo un misterio; se puede observar cómo todas las sustancias son más densas y pesadas en estado sólido. Sin embargo, con el agua sucede todo lo contrario: en estado sólido flota más; alcanza su máxima densidad y pesadez a 4º C. Pero quizás lo más curioso del agua es que no existe en estado puro y, por tanto, no existe un modelo único de agua. La arquitectura del agua puede variar con la presión, temperatura, radiación electromagnética, iones en solución, etc. Así, cada agua tiene su propia personalidad: la de lluvia, de tormenta, con granizo, la nieve, el agua de luna llena o la sanjuañada.

 

En la actualidad se comienza a hablar de la memoria del agua. Es como si el agua pudiese dejar registrada su historia en su estructura física; así, LUU, en Montpellier, demuestra con la ayuda de un espectrómetro Raman-Laser, que el agua que ha contenido una substancia conserva un espectro característico, aunque se halle tan diluido que ningún medio químico permita hallar ni rastro de la substancia original.


No hay comentarios:

Publicar un comentario